viernes, 25 de noviembre de 2011

Para parte de la izquierda académica, Perón no inventó nada

El 9 de agosto del año pasado subí este post, que ha resultado ser uno de los más populares. Nos dijo Sidicaro en noviembre de 2008:  “El kirchnerismo es una ilusión de muchas personas con escasos vínculos entre sí” y yo aproveché para terminar el café. Sidicaro es de izquierda, escribe en La Nación, su militancia juvenil no está muy alejada de la de Laclau. Postmarxismo, marxismo estructuralista, Godelier, Althusser, uno u otro. Un poco de Gramsci y Durkheim.
Según Sidicaro, Perón no cambió nada. Todo existía antes de él. Las leyes sociales lo desmentirían rotundamente. ¿Quizás la ley de la silla de don Alfredo Palacios?
El Estado regulador existía antes de Perón, me respondió sobrador.
(En este punto, el cronista que me acompañaba me frenó: yo participaba haciendo el repo, no para entrar en controversia con el profesor).
El Estado tal como lo conocemos hoy no ha cambiado dramáticamente del que tuvimos en los '90. Sin embargo, es imposible decir que esto es continuidad de aquello. De modo que algo falta, algo oculta o no ve Ricardo Sidicaro. Me inclino por la segunda alternativa, por la natural ceguera de la izquierda argentina. Y lo menciono porque este personaje forma estudiantes, los forma tanto como Mariano Grondona, o Manuel Solanet, forman a otros estudiantes. 
"Los forma" puede traducirse, en neolenguaje juvenil actual, como "les formatea el bocho". Las Juntas Reguladoras de la década infame tienen poco y nada que ver con las políticas estatales del peronismo, y mucho menos que ver con las políticas activas de hoy. Eso, Sidicaro no lo ve ni le importan los resultados.
Y la subo nuevemente porque fue leída por 320 visitantes desde que se publicó. No me hago por ello ninguna ilusión: quizás el propio entrevistado la abre todas las mañanas para clavar un alfiler en mi imagen.
JD

LUNES 9 DE AGOSTO DE 2010

Sidicaro continúa hablando de peronismo

El diario La Nación suele consultar a Ricardo Sidicaro, a quien considera un "peronólogo", una actividad que el cronista define como peligrosa, insalubre, y hasta "la más peligrosa del mundo"  en el repo del último 8 de agosto. Hay otra entrevista, también en La Nación, de junio de 2008, cuando el gobierno osó enfrentar a la puta oligarquía luego de que el joven Lousteau.... bueno, ya sabemos.
A despecho del peligro que lo acecha, Sidicaro cultiva su bien cuidada quintita en Sociales, aquí y en París, y atiende, cortés, con las mismas buenas maneras de Ernesto Laclau, a todo quien quiera escucharlo, ver Roma y doppo morire.



Lo de peronólogo me hace gracia: es como cuando a Rosendo Fraga se lo conocía como especialista en fuerzas armadas por ser hijo, nietobiznieto de sendos y preclaros hombres de armas llevar. Hoy, Rosendo es un simple analista político porque los intríngulis de los cuarteles no interesan a nadie y tiene más prensa su romance con Mónica Gonzaga. El tatarabuelo fue Estanislao López, el bisabuelo Fraga, general unitario; el abuelo Fraga, militar también, presidente de la cámara de Diputados; el padre Fraga, general, aliadófilo y desarrollista. Un pueblo de Formosa recuerda a otro Fraga muerto en Curupaytí. Toda una estirpe...

Batalla de Curupaytí. Conducción: general Mitre, que sólo conoce de arte militar por haber traducido La Ilíada. Hay 4045 muertos del lado argentino-brasileño y 92 bajas paraguayas. En la batalla, un teniente argentino, Cándido López, levanta un brazo por sobre la trinchera, y un obús paraguayo se lo arranca, lo que no le impide convertirse en espléndido pintor y dibujante. 

Pero volvamos a Sidicaro.
El cronista de La Nación reconoce su propia ignorancia sobre la materia de la entrevista. Escribe: De allí lo de riesgoso: ¿cómo explicar sin esfuerzo, por ejemplo, esa característica tan peronista de contener simultáneamente izquierdas y derechas, a Montoneros y a la Triple A, a un neoliberal como Carlos Menem y a un supuesto progresista como Néstor Kirchner?
Lo de "supuesto" corre por cuenta de la redacción. En cuanto a la economía, por ejemplo, Kirchner es lo más conservador que se haya conocido en la Argentina de las últimas décadas. Y si se me permite la ironía: gracias a dios es así! Pero el agregado tiene otra intención: La Nación ofrece espacio a un AUTÉNTICO progresista para que interpele a un FALSO progresista. ¿Estamos? 
Los tres peronismos de Sidicaro, los cuatro peronismos de Horowitz, tantos peronismos como una pueda imaginar.

"Eppur si muove", frase atribuida a Galileo Galilei. Recomendable: la versión de Bertold Brecht.

jueves, 24 de noviembre de 2011

¿Petróleo y geopolítica o abuso sexual y violaciones?

El The New York Times del sábado 19 de noviembre pasado trae dos notas de tapa con amplio despliegue, tituladas respectivamente "Un dolor silenciado en Noruega" y "En Egipto, el acoso es la norma".
A página 3, otra nota señala que las principales zonas de conflicto naval son: el Ártico, el Mediterráneo Oriental y el Mar de China Meridional. Del primero, informa el artìculo, cabe esperar que contenga una quinta parte de los recursos globales de gas y petróleo.
El Círculo Polar Ártico pasa por el territorio de Noruega, la citada en la nota de tapa, un país brumoso con reservas comprobadas de gas por (unos escasos) 2.313.000.000.000 metros cúbicos, y Egipto es costero del Mediterráneo Oriental, estratégicamente ubicado en una zona con varios conflictos: Israel-Palestina, Israel-Irán, inestabilidad en Libia, yYemén, intentos de invadir Siria con presencia disuasiva de flota rusa, además de llave del canal de Suez.
En ese mismo Egipto, según el The New York Times, se producen "centenares de miles" (sic)  de violaciones y acosos sexuales. Es muy habitual, afirma el cronista, que un hombre toquetee a una mujer en el ascensor o que el taxista muestre sus genitales a las atribuladas pasajeras. Según parece, en Egipto hay centenares de miles de ascensores y taxis, lugares preferidos de los inadaptados.
En uno de estos destartalados vehículos se producen las violaciones que sólo el US Marine Corps podrá detener.

Noruega, además de tener mucho gas y un Estado benefactor envidiable, compite con sus vecinos escandinavos en ser el país con mayor igualdad de género, pero ello no impide que una de cada diez mujeres sea violada, según el The New York Times.
Semejantes noticias están escandalizando a la mayoría puritana de EEUU, un país donde no existen prisiones porque el delito prácticamente ha desaparecido, y en el que cayeron  en el olvido las operaciones de búsqueda y destrucción llevadas a cabo por solitarios francotiradores en escuelas primarias.
Y ya se sabe: ese estado de ánimo va preparando a la opinión pública.
La empresan Boeing está desarrollando varios modelos de drones adaptados para destruir violadores, violadores seriales y machos inescrupulosos con fantasías de violación. 
Pero eso no es suficiente: luego de que desaparezcan todos los violadores egipcios y noruegos, desembarcarán los marines para asegurar la zona, impedir rebrotes de violencia sexual y en todo caso, ocupar yacimientos de gas e instalaciones portuarias porque el consumo del Mundo Libre no puede estar a merced de unos cuantos desacatados. 
Similares argumentos se usan desde hace tiempo contra Afganistán, y ahora han desaparecido de los medios porque al fin y al cabo, las tropas ya han llegado trayendo la paz.
Las almas sensibles, buenas y progresistas vienen reaccionando con presteza ante estas demandas (mujeres apaleadas por servir un plato frío o empaladas por mirar a otro hombre), y la noticia de este post es que en las próximas horas aparecerán páginas de facebook dedicadas al tema:
"¡BASTA DE VIOLACIONES EN EGIPTO. QUE ACTÚE LA QUINTA FLOTA!
Por eso, quien esto escribe ahora se dedica a mirar hombres por la calle. De ese modo terminamos con todos los equívocos de género.

martes, 22 de noviembre de 2011

El kirchnerismo es un peronismo

Algunos se sienten cómodos definiendo, poniendo cada cosa en su cajita. Toda definición es un recorte, aunque se exprese como interrogante: ¿el kirchnerismo es superador del peronismo o es el peronismo del siglo XXI?
La realidad suele escaparle a las definiciones. Las caracterizaciones de otra época sobre qué es o fue el peronismo (frente de clases, movimiento policlasista, bonapartismo) no fueron capaces de aprehender su naturaleza profunda y su permanencia a través del tiempo, aunque esa huella estuviera frente a los ojos de los que necesitaban pensar en término de definiciones, y que –por su formación cultural- fueran ciegos a esa evidencia.
Hay también quienes creen que el peronismo como movimiento orgánico cuya razón de ser es la construcción de la Nación Argentina se acabó cuando murió su creador y conductor, y que verdaderamente son las realidades efectivas, no el rótulo, lo que interesa sostener.
La respuesta a esta cuestión puede darla un ejemplo histórico.
Convengamos que el 3 de febrero de 1852 fue derrotado el proyecto federal que en 1810 había encarnado José Gervasio de Artigas y con ello se afirmó la patria chica de Bartolomé Mitre, el puerto, la neocolonia de Su Majestad Británica y el pacto Roca-Runciman del siglo XX. El yrigoyenismo primero, y el peronismo después, intentaron retomar aquella línea nacional y popular depuesta en Caseros. 
Si somos capaces de escapar a las explicaciones escolares sobre Rosas y su tiempo (donde encontramos lejanos como profundos lazos con las visiones que ha tenido el marxismo colonizado sobre lo nacional, al que apenas escaparon Jorge Abelardo Ramos, Pomer, Galasso y un reducido puñado de intelectuales invisibilizados por el sistema cultural), podríamos admitir que, a pesar de su modo inflexible de conducir el gobierno, Rosas defendió el proyecto federal y lo llevó a su máximo desarrollo de acuerdo a las condiciones objetivas (¡!) de una Confederación Argentina cercada desde afuera y adentro.
Esto permite explicar el levantamiento de Chacho Peñaloza, que en la historia oficial pasó (con intención) por federal cuando fue unitario y antirosista (Antonio Terzaga, en su “Historia de Roca”, establece claras diferencias entre federales del puerto y del interior, unitarios del puerto y del interior).
Que federales como el escritor José Hernández terminaran militando en el naciente roquismo (¡no se lo vaya a acusar de cómplice de genocidio!).
Que López Jordán y Felipe Varela expresaran un federalismo tardío, asociado en el caso del catamarqueño (Unión Americana) con el viejo proyecto de Bolívar.
Y que haya habido federales luchando junto a los radicales en la revolución de 1905, cincuenta y tres años después de Caseros y de la derrota del proyecto de país realmente federal, nacional y popular que encarnara el artiguismo.
(En 1905, los radicales se rebelaron contra el fraude electoral y la proscripción, que volverían a manifestarse en la Década Infame y luego de 1955. El autonomismo oligárquico en el poder no solo reprimió a los radicales sino al incipiente movimiento obrero. El Partido Socialista aconsejó a sus afiliados “mantenerse alejados de esas rencillas”).   
En la construcción de esta interesante experiencia denominada kirchnerismo, confluyen muchos peronistas, empezando por su propia conductora. Qué es ese peronismo tiene tantas respuestas como peronistas lo expresen: me limito a considerarlo, por un lado, un modo particular de pensar y sentir a la Argentina (“la Patria es el hogar”, afirmó Perón en 1973); y por otro, a la convicción de que no son ni las opiniones ni la controversia ideológica sino el poder lo que permite hacer efectiva la realidad efectiva que debemos a Perón.
Esto permite explicar qué diferencia, por ejemplo, a los “poderosos” gremios aglutinados en la CGT de las experiencias “alternativistas” como el sindicato de los empleados de Metrovías. Más allá de aquello que permitió que conductores de formaciones ferroviarias subterráneas formaran parte del sindicato que agrupa a los conductores de colectivos (UTA), la lógica de esa visión “alternativista” de la organización sindical autorizaría la existencia de un sindicato por cada línea de subterráneos con el argumento de que no es lo mismo circular bajo la avenida Rivadavia que bajo la avenida Corrientes, ideológicamente explicado, eso sí, en la lucha “contra la burocracia sindical”. Tal atomización tiene un solo beneficiario: la parte patronal. Confróntese con lo que sucede en la actividad de camioneros y su avance sobre la rama denominada logística, capturada en los ’90 por el sindicato de comercio en una época de crecimiento del sector servicios que convirtió a Cavallieri en el zar de todas las tareas que no fueran estrictamente agropecuarias o industriales.
Es cierto que en esa misma época, el Consenso de Washington posibilitó que los sindicatos (y los sindicalistas) avanzaran en actividades empresariales. ¿Pero lo vamos a analizar como un tema moral?
Mientras los gremios y los gremialistas invertían el dinero de sus cotizantes en obras sociales, prepagas, etc., algunos empresarios industriales vendían sus establecimientos a empresas extranjeras y se dedicaban a la compra de caballos de carrera o a vivir degustando margaritas en Cozumel acompañados por una modelo mediática.
Dejemos de usar el doble rasero para entender el kirchnerismo. En un repo que puede leerse aquí, Sandra Russo dice haber escuchado a Néstor Kirchner que este colectivo puede ser conducido hoy por el kirchnerismo desde el peronismo, pero dentro de uno o dos mandatos puede estar conducido por (Martín) Sabbatella, depende cómo evolucione cada liderazgo.
No recuerdo haber escuchado algo semejante, y sin entrar en la discusión sobre la condición auditiva de cada escuchador, cabe la posibilidad de que cada uno oiga lo que quiere oír.
No es esta una cuestión de liderazgo. Eso de “quien quiera oír que oiga” es más profundo de lo que parece a primera oída.

domingo, 20 de noviembre de 2011

La cuestión de la burguesía dentro del kirchnerismo (3)




La discusión sobre la eventual existencia de una “burguesía nacional” dentro del peronismo remite al significado original: el sector social que hegemoniza una etapa de la construcción de la nación, y por eso intenté explicar la inconsistencia de quedar pegados en ese origen, ya que el peronismo no es un “laborismo”, un partido de los trabajadores, pero tampoco un movimiento con hegemonía burguesa.
El encuentro que constituye el kirchnerismo incluye un sector de clases medias progresistas no-peronistas que a mi entender pretenden hegemonizarlo, y en esa lucha plantean enseñar qué es el peronismo y decidir quienes están del lado bueno y quiénes no, o qué sector del peronismo es bueno o malo. En ese contexto, creo yo, se inscribe la idea de esconder a Moyano o a D’Elía, y no meramente en la circunstancia eventual de que en una elección es preferible no asustar al enano gorila que sobrevive en los sectores medios porque ha sido alimentado por décadas.
Esa visión infantil sobre el peronismo histórico tiene, porque son adultos quienes la ejercitan, una determinadas consecuencias sobre el presente. Una de esas consecuencias es, por ejemplo, dividir el sindicalismo de hoy en MALOS (los sindicatos que se reconocen como peronistas) y BUENOS (las pocas manifestaciones izquierdistas no-peronistas que se aglutinan alrededor de la idea de “muerte a las burocracias sindicales”). Resulta que esos sindicatos MALOS no solo son mayoritarios (porque son para sus bases más confiables en términos de “realidades efectivas”), sino que forman parte del dispositivo que permite al kirchnerismo lograr los éxitos que ha logrado en el sentido que nosotros apoyamos decididamente.
En este sentido, esos “poderosos” sindicatos (la adjetivación suele denotar peligro, rechazo, etc., en términos de uno u otro) son además el colectivo mejor organizado al momento, y el que mejor puede hacer frente a un eje, un centro de significación del kirchnerismo, que es la distribución de la riqueza. En efecto, si el kirchnerismo no resuelve problemas en este sentido, si no avanza en este sentido, perderá significación y pasará a formar parte de las frustraciones de los argentinos.
Este intento de significar quiénes son los buenos y quiénes no se aprecia en el famoso libro de Sandra Russo “La Presidenta”, y en varias de sus opiniones.
No es porque ella lo afirme que el kirchnerismo se convertirá en “algo superador del peronismo”, del mismo modo que desbarra lamentablemente cuando denomina “blindaje” a esta política económica que nos mantendrá más o menos a salvo de la crisis financiera internacional, toda vez que en la historia argentina reciente ese término (blindaje) no refiere al acero que se necesita para impedir que un proyectil perfore un equipo sino al blindaje decidido por De la Rúa-Cavallo y lamentablemente explicado por el lamentable Lopérfido, que consistió en todo lo contrario de lo que se hace ahora, y cuyas consecuencias estamos pagando.
Leyendo con mi pareja “La Presidenta”, no me pude dormir por algunas ideas subyacentes al relato, como por ejemplo, un total sentido acrítico de lo que era Montoneros (lo que lleva a explicar muy mal por qué Kirchner se aleja de la M) en 1973/74, y una deplorable interpretación de la cuestión López Rega. Lo que me llevaba a preguntarme si no será hora, también, de comenzar a analizar qué significó el menemismo más allá de los términos traición, bueno, malo, etc., ya que no nació por generación espontánea.
¿Será que todos necesitamos ver la realidad en blanco y negro? En los términos de Sandra Russo, los Montoneros eran  buenos y López Rega era malo. Ahora bien, no se pregunta si era correcto que esa organización no solo le cuestionara el liderazgo a Perón sino que además pretendía explicarle a Perón que era el peronismo, del mismo modo que hoy Sandra Russo.
Por eso se fue Néstor Kirchner, no de los Montoneros, sino de la amplia corriente juvenil que esa orga expresaba.
Fui, como tantos otros que habíamos decidido dejar las armas luego del regreso de Perón a la Argentina, un blanco móvil para los esbirros de la represión posterior a la caída de Cámpora, de modo que mi opinión puede ser correcta o no, pero tiene un fundamento distinto al de la lectura de fascículos de historia editados por el Centro E. de América Latina. Luego de esta primera decisión, advertimos que la lucha era ahora al interior del peronismo, y como esa lucha se decidía con las armas, aquello fue puramente teórico porque se hizo necesario defenderse, no solo de los logrado en la lucha territorial sino por pura supervivencia.
Sandra Russo, sin embargo, le hace decir a Cristina (si mal no recuerdo) que la pareja estaba preocupada por la creciente militarización de la política. Nunca la lucha política estuvo más militarizada que en el período 69/73. Por otra parte, y dejando bien pero bien en claro que López Rega era un personaje monstruoso, desequilibrado y nefasto, no me parece hoy irrazonable que se le hayan acercado unos centenares de suboficiales retirados que, exonerados de las FFAA permanecieron leales a su líder luego de 1955, no importa lo limitados que fueran en comprensión política, y que también la aparición del Brujo les haya venido bien a ciertos sindicalistas que veían en peligro su conducción gremial, y por tanto, que encontraron en él un aliado. Perón simulaba conducir todo el movimiento.
Quien esto escribe recuerda, en los años de la dictadura de Onganía, a un conocido oficial del Ejército retirado por su adhesión al peronismo y por haber participado en el frustrado levantamiento de 1956, que conseguía trabajo a los hijos de viejas compañeras peronistas cuando estas pasaban un mal momento económico. ¿Y dónde entraban a trabajar gracias a la tarjetita firmada por el citado oficial como carta de presentación? No a un almacén, o un taller mecánico, sino al Servicio de Inteligencia del Ejército (de la dictadura que mantenía proscripto al peronismo) que vigilaba a las viejas compañeras peronistas que pasaban un mal momento económico. Y a nosotros.
Desde nuestra perspectiva, no podíamos concebir un peor destino laboral. Sin embargo, es seguro que la pobreza o el desarraigo o el hambre hayan pesado más, para sus beneficiarios, que nuestras cosmovisiones políticas. Sin embargo, el general en cuestión pasó a la historia en blanco y negro como héroe de junio del 56 y no como proveedor de sospechosos empleos entre los espías del Ejército.
El peronismo tiene estos claroscuros, muchos otros y decididamente peores, porque atraviesa a toda la sociedad real y no acepta reconocimiento previo por una ideología, que es el modo de identificación u homogeneización que necesita Sandra Russo para entender el mundo, lo que dice mucho (todo) sobre su condición social.
¿En este orden, es Malo haber pertenecido a la Juventud Sindical (léase Moyano)? Moyano (o D’Elía) es impresentable pero De Mendiguren es sólo un empresario que en la actualidad coexiste con el gobierno.   
En el kirchnerismo confluyen sectores políticos peronistas y no-peronistas, pero también anti-peronistas. La alianza con la CGT es estratégica e insustituible. Sin la inclusión del sector del trabajo organizado, ¿quién va a defender los avances logrados? ¿Los blogueros? ¿678? ¿Eduardo Anguita?
En esta lucha por la hegemonía y las significaciones, se toma al peronismo como un partido cuando no lo fue ni lo es. Algunos sectores, los chapulines, quieren explicarnos qué es el peronismo y usan su propio peronómetro, indicándonos qué es (o fue) bueno o malo.
¿El triunfo de Montoneros y el ERP nos hubiera llevado a la patria socialista en lugar de soportar siete años de dictadura feroz, unas décadas de neoliberalismo y el 2001? El más elemental sentido común indica que no, no de ninguna manera. Luego, ¿por qué pretenden hegemonizar hoy una etapa mucho más rica en matices que los que aporta una visión infantil de la realidad?
(Continuará)

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