viernes, 19 de diciembre de 2014

BENEDIT: GANANCIAS RÁPIDAS Y SIN RIESGO QUE CUESTAN LA VIDA



Todos ellos son jóvenes practicantes del enriquecimiento ilícito porque el modelo es el de la burguesía que vive y se enriquece en los entresijos del capitalismo financiero. Un atajo rápido y con límites inciertos entre lo legal e ilegal: drogas, lavado de dinero, cheques voladores, especulación con divisas. No pertenecen, o solo algunos pertenecen, a las tradicionales familias del patriciado, como lo denuncian sus apellidos: Stefanini, Damián Rodríguez, Pesquera, Graffigna (de la nobleza mendocina), Ferrón, Forza, Bina, De Arce, Pérez Corradi, Elaskar, Fariña, Suris, Benedit Nouges, de la nobleza portuaria. 
Educados en las significaciones de la ganancia rápida, la exigen más rápida y suculenta.
Si existió una cría del proceso, y existió, estos son los hijos de esa cría fraudulenta.
Por una circunstancia fortuita, que puede simbólicamente ser una pista para entender todo esto, tuve la oportunidad de conocer a uno de las víctimas del triple crimen de General Rodríguez: fue en una escuela pública de Villa del Parque, cuyo director (Sacco) exigía obediencia absoluta, era socialista democrático, apoyaba fervientemente a la dictadura cívicomilitar y reunía a los chicos, como si un partido de fútbol se tratara, para vivar con aplausos cada bombazo de los militares argentinos en la aventura de Malvinas en 1982.

Que un miembro de esa cría muera en extrañas circunstancias no es un hecho de inseguridad. Eso para empezar.


No importa que el tal personaje se dedique a entrar y sacar dólares del país comprando a $ 11 y vendiendo rápidamente a $16 (para eso tienen al elenco estable de los medios concentrados, los tradicionales augures que pronostican devaluaciones, suba del dólar a las nubes y reservas insuficientes).Escribe Zaiat: "Los dolarmaníacos se ponen agresivos cuando prudentemente se comenta que no fue muy rentable el negocio para quienes a lo largo del año compraron dólares en el mercado ilegal pagando de 11 a 16 pesos por unidad. El denominado blue cotiza en el área de 13 pesos y cualquier valor por encima refleja una pérdida, y por debajo hasta 11 pesos no fue lucrativa, puesto que la colocación a plazo en pesos brindó una rentabilidad mayor del 18,2 por ciento (diferencia de 13 a 11 pesos)".
Que tenga una cueva financiera rápidamente desarmada para borrar pruebas, tampoco. Y para completar el panorama, La Nación mitrista, además, pretende involucrar a La Cámpora en el hecho mediante una información imprecisa.
Veinticuatro horas antes los obispos reunidos en sínodo habían alertado sobre la corrupción reinante, y por supuesto todos los consumidores de noticias adulteradas dieron por descontado que se referían a Hotesur y Lázaro Báez.
Pero resulta que la corrupción estaba en otro lado. Aquí.
Benedit (jugador de pato, propietario de campos y de una cueva financiera, expositor en La Rural) no había sido educado por un capitán de industria o por un esforzado trabajador de las clases proletarias a las que suele referirse Altamira desde el soviet de Corrientes y Callao sino por un especulador, Jaime Benedit Nougues, que hacía negocios bancarios, negocios que siempre requieren ganancia rápida.
La historia la he contado aquí muchas veces pero merece ser relatada nuevamente. Benedit padre, es decir Jaime Benedit Nougues, junto con otros especuladores, quiso quedarse por centavos con el Banco de Hurlingham, ex Banco Comercial de La Plata, luego de que la dictadura militar lograra incluir a esa entidad en la sucesión de David Graiver. Esa maniobra fraudulenta (porque la legítima sucesora, Lidia Papaleo, estaba detenida) fue elaborada cuidadosamente por Martínez de Hoz y Videla de modo tal de dejar fuera de la herencia a Papel Prensa, empresa a la cual le tenían reservado otro destino. También tenían otros compradores para el Banco de Hurlingham, y los financias que lo habían adquirido hicieron lo típico: negocios con la plata de terceros.
Entre maniobra y maniobra, los compradores del Banco de Hurlingham pasaron a estar detenidos ilegalmente en la Prisión Militar de Campo de Mayo.
No es cierto, como ha relatado Clarinete, que Jaime haya declarado en la causa 13 contra los comandantes. Muchos, como él, prefirieron callar.
Y tampoco es que el destino de los bienes de Graiver no supusiera una sorda lucha entre los militares en el poder que en ocasiones provocaban alianzas y en otros homicidios.
Eso explica por qué un equipo de la Armada ejecutó a Matías Tobías Padilla; por qué Aurelio Cid, operador de Martínez de Hoz, también fue detenido; y por qué Felipe Domingo Cavallo se asoció con el Tigre Acosta para quedarse con las tierras de Godoy Cruz de los Pincolini mediante extorsión y torturas, para tomar algunos ejemplos entre muchos.
Por eso siempre decimos aquí que es un grave error hablar de “complicidad civil con la dictadura militar”: hubo una alianza entre las cúpulas militares y los sectores sociales dominantes ligados a al complejo agroexportador, alianza que era funcional al poder imperial y por lo tanto desindustrializador. Esa alianza concitó un callado apoyo de sectores medios que veían en la tablita cambiaria una oportunidad de enriquecerse rápidamente, no importa que fuera a costa de la desmemoria y el disciplinamiento social. Muchos hijos de estos sectores medios desaparecieron.
Benedit es, entonces la herencia de la cría del proceso. Importa poco que se haya suicidado o se lo haya asesinado: esa es una cuestión policial.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

VUELTA DE OBLIGADO Y LUIS ALBERTO ROMERO

Teodoro Boot



Algo le pasa al profesor Luis Alberto Romero, algo muy malo, que lo trae permanentemente avinagrado y enardecido por desesperadas ansias de autodenigración. Podrá ser, en su caso, la larga sombra paterna, proyectándose a la vida del hijo y convirtiendo su senectud en un tormento.


No obstante su adhesión y participación en una cruel dictadura militar, José Luis Romero fue un destacado político y un historiador de renombre. Renombre que de algún modo se transfirió al hijo con la misma legitimidad con que se lega un reloj o una estancia.
Es posible, pero debe haber algo más, porque de tratarse únicamente de eso, Luis Alberto se limitaría a la autodenigración individual, pero, extrañamente, su pulsión es tornarla colectiva. Luis Alberto se solaza y goza, goza al perturbador estilo de O, la fotógrafa sadomasoquista de Pauline Réage, pero a la vez pretende someternos a todos a similares maltratos, sevicias y humillaciones.
Porque Luis Alberto, más que sufrir, se humilla y nos quiere a todos igual de humillados y sometidos, porque además de individual, su expiación es colectiva.
¿Qué culpa tenemos nosotros, se preguntará usted, de que Luis Alberto sea el atormentado hijo del olímpico José Luis?

Es que no se trata únicamente de eso, y tal vez no se trate de eso en absoluto y a Luis Alberto le nefregue el nombre del padre y hasta el padre mismo, pues apenas uno mira alrededor ve infinidad de clones y cloncitos de Luis Alberto, con su misma pulsión a la autodenigración , y sería una afrenta inconcebible sospechar que todos pudieran ser hijos de don José Luis Romero.
Para decirlo en palabras de un comunicador iniciado periodista y devenido clown: “Yo soy una mierda y todos ustedes son una mierda. Somos todos una mierda” (pronúnciese “mierrrrrdra”).
Quien no esté mentalmente perturbado ignorará hasta qué esferas de placer puede remontarnos un sentimiento tan raro, por eso la mayoría de los ciudadanos más o menos sanos asisten perplejos a esa clase de confesiones públicas.


Historiador, intelectual, docente universitario, durante años titular de la cátedra más aburrida e insustancial de la carrera de Historia de la Universidad de Buenos Aires, el profesor Romero no lo dice ni mucho menos, lo hace de ese modo. Sus autodenigraciones son elegantes, finas, de salón, con servicio de té y masitas, y trata de evitar o al menos encubrir la diatriba recurriendo a la historia para demostrar cuán inútiles somos, cuán incapaces de algo grande y serio. A su elegante y fino modo, Luis Alberto también nos dice “Miren la mierda que somos”.
Dice Somos, pero en realidad quiere decir Son. ¿Quiénes? Ustedes. Vale decir nosotros, todos los que no somos él. O ellos.
Y como a todo carcamal perverso, a Luis Alberto le dio por una monomanía: desde hace cuatro años no piensa más que en la Vuelta de Obligado (http://www.clarin.com/opinion/Combate_de_Obligado-nacionalismo-Malvinas-revisionismo_historico_0_1263473672.html).
No es que a Luis Alberto se le dé por concurrir a San Pedro para el pic-nic del día del estudiante, que ya no está para esos trotes, sino porque en esa angostura del Paraná se libró un combate contra la flota anglofrancesa, lo que en 1845 era equivalente a combatir contra una flota yanqui-soviética en 1970. Dicho sea para darle alguna perspectiva al asunto.
A Luis Alberto le agarró la viaraza cuando el Poder Ejecutivo Nacional declaró feriado el día 20 de noviembre, proclamándolo Día de la Soberanía Nacional. De algún modo esto parece ofender mucho a Luis Alberto, de manera que a cada año no bien llegada la fecha, le da una rabieta de esas jodidas, que lo descomponen, y trascartón, como los perritos bien educados vierte sus deposiciones en las páginas de algún diario.
Año tras año, transido de placer, Luis Alberto leva su índice vacilante y goza: “Sepan, nacionalistas delirantes, que el combate de la Vuelta de Obligado fue una derrota, no un triunfo”.

¡Qué placer obtiene Luis Alberto al explicar que el combate de Obligado fue una derrota, no un triunfo.
El triunfo, dicho sea de paso, fue de Alberto Merlo y Miguel Brascó, que no estuvieron en la batalla pero la cantaron.
En su condición de historiador, Mario Pacho O´Donnell (http://www.clarin.com/opinion/Vuelta_de_Obligado-Rosas-Mansilla-San_Martin_0_1267673253.html) respondió adecuadamente el berrinche indigesto de Luis Alberto, aunque absteniéndose de hacerlo en su condición de psicoanalista. Una desconsideración de su parte, ya que el psicoanálisis tal vez pudiera resultar más adecuado que la verdad histórica: 


nada, ningún hecho, ninguna interpretación servirá para que la atribulada psiquis de Luis Alberto deje de remontarlo a las inconmensurables cumbres del sado cada vez que nos amoneste: “La flota cortó las cadenas que cerraban el río y llegó a Asunción”.
Y Luis Alberto goza, goza...

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