sábado, 28 de mayo de 2011

Un ex juez llamado Cavallo, del Grupo Clarín

El título juega sobre el de una excelente película de 1970, A Man called Horse ó Un Hombre llamado Cavallo, dirigida por Elliot Silverstein y protagonizada por Richard Harris, sobre la historia real de un aristócrata inglés que en 1825 fue apresado por los sioux y llegará a convertirse en su jefe luego de haber sido tratado como un esclavo por los originarios de allá, del Norte. Como se ve, hasta los originarios son un poco brutos. 

El amigo Juan Gasparini nos hace llegar desde Ginebra, una nota reveladora sobre la actuación de Gabriel Cavallo, ex-juez federal y actual abogado del Grupo Clarín.
Una renovación de la justicia sigue siendo tarea pendiente del gobierno, incluyendo los procedimientos judiciales. En estos momentos funciona una comisión de notables que trabaja sobre una reforma integral de los Cödigos Civil y Penal, pero se corre el riesgo de que dictamine el año del arquero porque, como es de suponer, no tiene plazos para expedirse.
Al contrario de la interesada opinión opositora, el Consejo de la Magistratura funciona bien pero debería funcionar mejor.
Que la causa por la identidad de los Noble Herrera recorra los juzgados desde hace diez o quince años; y que la vigencia plena de la Ley de Medios corran el riesgo, como la comisión antedicha, de dirimirse en sede judicial el año del arquero, es prueba de ello, y se sabe que justicia que no llega a tiempo, no es justicia.
Los interesados pueden bajar gratuitamente de aquí la investigación de Juan Gasparini, "La Injusticia Federal". ¡Es free, loco!



El anuncio que el próximo 22 de noviembre de 2011 arrancará el juicio oral por las coimas del Senado, ha motivado multiples notas de prensa. Algunas llevan a creer que la finalización de la investigación penal fue exclusivamente posible por las confesiones en diciembre de 2003 del arrepentido Mario Pontaquarto, y en viritud del descubrimiento de cruces telefónicos comprometedores, destapados con posterioridad por el último juez de instrucción, Daniel Rafecas.

Sin embargo, en mi libro La injusticia federal, publicado en abril de 2005, fue demostrado con pruebas fehacientemente establecidas en épocas del instructor precedente, Gabriel Cavallo, que ya era factible enviar las actuaciones a juicio oral, pero el entonces magistrado no lo hizo, presuntamente para obtener, a cambio, la promoción a camarista.

Tal es así que el gobierno nacional preparó un escrito de denuncia en 2004 para destituir a Cavallo, documento secreto que ahora se puede consultar en mi página web, junto a la integralidad del libro de mi autoria consagrado al caso. Desgraciadamente el proyecto de remover a este personaje de la función pública mediante un juicio político fue abandonado por el gobierno.

El 31 de diciembre de 2007 el camarista pasó a la actividad privada. Primero reapareció de financiero y periodista de ocasión, integrante de la sociedad que explotaba el diario Crítica de la Argentina, que terminó con todos sus trabajadores en la calle. Después empezó a operar de abogado. Descolla actualmente como defensor de Ernestina Herrera de Noble, propietaria del grupo Clarín, bajo sospecha de una irregular adopción de dos bebes durante el pasado régimen militar.

Mal que le pese a no pocos implicados y cómplices, se mantiene incólume mi reportaje periodístico. Para subir de juez a camarista, Cavallo obstruyó el avance del procedimiento penal mientras fuera responsable de esclarecer los sobornos del Senado, entre el 19 de febrero de 2001 y el 17 de agosto de 2001, dejando sin resolver la situación de los principales imputados (José Genoud, Fernando de Santibañes y Mario Alberto Flamarique).

Nada menos que la hoy Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, lo afirmó oportunamente hace casi diez años: “el juez Cavallo fue ascendido a camarista con el voto de los senadores que estaba investigando”, cargo que obtuvo “pese a que otros candidatos consiguieron mejor calificación al concursar por el puesto en el Consejo de la Magistratra” (La Prensa, 29 de octubre de 2001).

En efecto, durante su mandato de juez federal Cavallo logró que cambiaran el orden que arrojaba la mayoría de los exámenes, pasando a ocupar el primer lugar de una lista por jerarquía “alfabética”, acomodándose a la exigencia que había planteado el presidente De la Rúa de mandar al Senado para aprobación a quien, por mérito, encabezara la terna.

Cavallo no definió cargas penales contra nadie en las diligencias del sonado cohecho en la Cámara Alta, y alejó toda posibilidad de valorar los patrimonios de los senadores incriminados. Entorpeció la acción de los fiscales, Eduardo Freiler y Federico Delgado, apartando del expediente a Rafael Bielsa, responsable de la SIGEN, todos decididos a seguir la pista del dinero, quienes reclamaban la auditoria de las cuentas de la SIDE, y la desclasificación de documentos confidenciales.

El libro diseca el lenguaje de doble discurso practicado por Cavallo, de independencia hacia los medios de comunicación, pero de complicidad para con el poder de turno. Pone el ejemplo que esa conducta se vio al parecer manifestada en la excarcelación que ordenara el 7 de noviembre de 2001 en favor de doce genocidas de la ESMA y de otros seis de los centros clandestinos de la dictadura implantados en Santa Fé, solicitados en extradición por el juez español Baltasar Garzón, represores que no podían ser juzgados en Argentina por las leyes de amnistía vigentes en esa fecha.

El libro evoca también su fallo del 6 de marzo de 2001, que decretaba inconstitucionales tales leyes, supuestamente careció de jurisdicción al producirse en un caso de despojo y apropiación ilegal de una menor, hechos no cubiertos por esas normas, en apariencia tergiversando un Amicus Curiae del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), pidiendo esclarecer el secuestro y desaparición de los padres de aquella víctima, crímenes sí cubiertos por las mentadas leyes.

Quien tiró abajo las leyes fue la Cámara Federal de Buenos Aires, en el entendido que fueron inútiles al ser adoptadas con posterioridad a la ratificación por parte del Estado de instrumentos que las prohibían (la Convención Americana de Derechos Humanos de la OEA, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de la ONU, y la Convención internacional contra la Tortura) subsanando así la presunta falta de Cavallo. El Amicus Curiae del CELS, retomado por tres prestigiosas ONGs a nivel mundial (Amnistía Internacional, Human Rights Watch y la Comisión Internacional de Juristas), fue desestimado por la Cámara Federal.

Juan Gasparini

viernes, 27 de mayo de 2011

Los derechos humanos de un solo lado

La política pública de Derechos Humanos de la Argentina es una piedra de toque del actual gobierno. "Memoria, verdad y justicia" no se circunscribe a reparar los secuestros, torturas, desapariciones y robos de identidad producidos por la dictadura cívico-militar. Abarca también otros derechos sociales, políticos y económicos conculcados.
Ayer mismo, el ex bañero de Lomas de Zamora volvió a tirar una cuerda de salvataje a los que opinan que sólo se están defendiendo los derechos de algunos en perjuicio de los de esos otros, cuando esos otros son simplemente asesinos seriales que están siendo juzgados con todas las garantías de la ley.
Sería conveniente que no se olvidaran los vínculos del ex bañero con la AAA durante su intendencia en los primeros 70. El líder de lo que Verbitsky denomina con justeza el "peornismo" es hábil para simular un pasado inexistente, como por ejemplo cuando -en uno de sus desopilantes discursos- se refirió a la derrota que había sufrido cuando el gobierno de Frondizi anuló el triunfo electoral de la fórmula Framini - Anglada como candidatos a la gobernación de la provincia de Buenos Aires en marzo de 1962. El equívoco es obvio: aquel binomio ganó las elecciones con el cobijo del partido Unión Popular porque regía el decreto 4161 y el peronismo estaba prohibido, la misma Unión Popular que ahora lo tiene como candidato a Duhalde.
Miente el señor candidato a una segura derrota.
En 1962, cuando ocurrieron esos hechos, el era sólo y apenas un futuro bañero con especulares inquietudes radicales que recién había aprobado crawl, espalda y plastilina. Radicalismo que, por cierto, que en aquel entonces sentía una inocultable simpatía por el peronismo fuera de la ley , los fusilamientos en José León Suárez, el futuro triunfo proscriptivo de Illia y los planes de ajuste.
Como dijimos en otra oportunidad, las leyes reparatorias promulgadas por el gobierno son universales e incluyen a todos los que hubieran sido sometidos a secuestro, prisión, torturas o desaparición por razones políticas, sean estas de izquierda o derecha.

Para poner las cosas en su justo orden, agrego un video subido por Mundo Perverso, aunque al parecer el hallazgo es de Martín Rodríguez.
Con felicitaciones a ambos, lo comparto por lo que sugiere en varios sentidos: la tarea es multiplicar, multiplicar. Y para ello, nada mejor que estas imágenes juveniles de Cristina y Néstor.


jueves, 26 de mayo de 2011

Kirchner atravesó nuestras vidas

Del facebook, copio y pego la escritura de la compañera Alicia Rotela sobre aquel noviembre fatídico pero también revelador. Revelador en varios sentidos, colectivos y personales.

 SE QUEDÓ

En un atardecer gris como no hubo otro ese Noviembre
Eran miles y miles y ningún Él.
Ese día que millones esperaban inscribir su ser,
Él, prefirió el censo eterno
No contempló el dolor o sí, no reparó en la ausencia o sí,
siempre atrevido hizo lo que quiso, hasta en la eternidad.
Miles, millones de deshecho andar, quebradas miradas que se cruzaban
en la pregunta fatal del porqué?
Él sólo Él era toda esa ausencia inimaginable, incomprensible
Miles, millones de banderas y un solo rostro, un solo nombre..
Vos ahí sin esperarte, simulando la pena partida,
corazón abierto que se llevó mi dolor y lo abrazó
como suave caricia de consuelo.
Mi partida alma hizo un paréntesis o no.
Como un soldado prusiano seguiste tu camino.
Él, nos reencontró entre el miedo de no perderse
y el miedo a encontrarse.
Él, tampoco estaba seguro de irse y se quedó.
vos también a veces te vas,
pero también te quedás.

miércoles, 25 de mayo de 2011

El 25 de Mayo y la patria





DESCUBRIMIENTO DE LA PATRIA


Leopoldo Marechal
1

Dije yo en la ciudad de la Yegua Tordilla:
“La Patria es un dolor que aún no tiene bautismo”.
Los apisonadores de adoquines
me clavaron sus ojos de ultramar;
y luego devoraron su pan y su cebolla
y en seguida volvieron al ritmo del pisón.

2

¿Con que derecho definía yo la Patria,
bajo un cielo en pañales
y un sol que todavía no ha entrado en la leyenda?
Los apisonadores de adoquines
escupieron la palma de sus manos:
en sus ojos de allende se borraba una costa
y en sus pies forasteros ya moría una danza.
“Ellos vienen del mar y no escuchan”, me dije.
“Llegan como el otoño: repletos de semilla,
vestidos de hoja muerta.”
Yo venía del sur en caballos e idilios:
“La Patria es un dolor que aun no sabe su nombre”.

3 

Una lanza española y un cordaje francés
riman este poema de mi sangre:
yo también soy un hijo del otoño,
que llegó del oriente sobre la tez del agua.
¿Qué harían en el Sur y en su empresa de toros
un cordaje perdido y una lanza en destierro?
Con la virtud erecta de la lanza
yo aprendí a gobernar los rebaños furiosos;
con el desvelo puro del cordaje
yo descubrí la Patria y su inocencia.

4 

La Patria era una niña de voz y pies desnudos.
Yo la vi talonear los caballos frisones
en tiempo de labranza;
o dirigir los carros graciosos del estío,
con las piernas al sol y el idioma en el aire.
(Los hombres de mi estirpe no la vieron:
sus ojos de aritmética buscaban
el tamaño y el peso de la fruta.)



La Patria era un retozo de niñez
en el Sur aventado, en la llanura
tamborileante de ganaderías.
Yo la vi junto al fuego de las yerras:
¡estampaba su risa en los novillos!
O junto al universo de los esquiladores,
cosechando el vellón en las ovejas
y la copla en las dulces guitarras de setiembre.
(No la vieron los hombres de mi clan:
sus ojos verticales se perdían
en las cotizaciones del Mercado de Lanas.)



Yo vi la Patria en el amanecer
que abrían los reseros con la llave
mugiente de las tropas.
La vi en el mediodía tostado como un pan, 
entre los domadores que soltaban y ataban
el nudo de la furia en sus potrillos.
La vi junto a los pozos del agua o del amor,
¡niña, y trazando el orbe de sus juegos!
Y la vi en el regazo de las noches australes,
dormida y con los pechos no brotados aún.

7 

Por eso desbordé yo mi copa de tierra
y un cachorro del viento pareció mi lenguaje.
Por eso no he logrado todavía 
sacarme de los hombros este collar de frutas,
ni poner en olvido aquel piafante 
cinturón de caballos 
ni esta delicia en armas que recogí en Maipú.

8

Guardosos de semilla, 
vestidos de hoja muerta,
los hombres de mi clan ignoraron la Patria.
Con el temblor sin sueño del cordaje 
la descubrí yo solo allá en Maipú.
Y de pronto, en el mismo corazón de mi júbilo, 
sentí yo la piedad que se alarmaba
y el miedo que nacía.
“La Patria es un temor que ha despertado”, 
me dije yo en el Sur y en su empresa de toros.
“Niña y pintando el orbe de su infancia,
en su mano derecha reposa la del ángel
y en su izquierda la mano tentadora del viento.”
El temor de la Patria y su niñez 
me atravesó encostado (la cicatriz me dura).



Tal fue la enunciación, el derecho y la pena
que traje a la Ciudad de la Yegua Tordilla.
Y así les hablé yo a los inventores
de la ciudad plantada junto al Río,
y a sus ensimismados arquitectos,
o a sus frutales hombres de negocio:
“La Patria es un dolor en el umbral,
un pimpollo terrible y un miedo que nos busca.
No dormirán los ojos que la miren,
no dormirán ya ell sueño de los bueyes.”
(Los apisonadores de adoquines
masticaban su pan y su cebolla.)

10 

Y así les hablé yo a los albañiles:
“La Patria es un peligro que florece. 
Niña y tentada por su hermoso viento,
necesario es vestirla con metales de guerra
y calzarla de acero para el baile
del laurel y la muerte”.
(Los albañiles, desde sus andamios
hacían descender cautelosas plomadas.)

11 

Y dije todavía en la Ciudad,
bajo el caliente sol de los herreros:
“No solo hay que forjar el riñón de la Patria,
sus costillas de barro, su frente de hormigón:
es de urgencia poblar su costado de Arriba, 
soplarle en la nariz el ciclón de los dioses. 
La Patria debe ser una provincia 
de la tierra y del cielo.” 

12 

Me clavaron sus ojos en ausencia
los amontonadores de ladrillos.
Los abismados hombres de negocio
medían en pulgadas la madera del norte.
Nadie oyó mis palabras, y era justo:
yo venía del Sur en caballos y églogas.

13

Y descubrí en mi alma: “Todavía no es tiempo:
no es el año ni el siglo ni la edad.
La niñez de la Patria jugará todavía 
más allá de tu muerte y la de todos
los herreros que truenan junto al río.”

14 

La Patria no ha de ser para nosotros
una madre de pechos reventones;
ni tampoco una hermana paralela en el tiempo
de la flor y la fruta;
ni siquiera una novia que nos pide la sangre
de un clavel o una herida.

15 

Yo la vi talonear los caballos australes, 
niña y pintando el orbe de sus juegos.
La Patria no ha de ser para nosotros 
nada más que una hija y un miedo inevitable,
y un dolor que se lleva en el costado
sin palabra ni grito.

16

Por eso, nunca más hablaré de la 
Patria.

martes, 24 de mayo de 2011

Estoy hasta aquí del caso García Belsunce



Está probado que la gente con doble apellido, o con uno solo pero de prosapia, no actúa como la mayoría. Por eso son minoría.
No son toscos, incultos, ni vulgares.
Por ejemplo: los familiares de María Marta García Belsunce explican los cinco disparos en la cabeza argumentando que la víctima era "torpe". Pero como son minoría, la torpeza de los García Belsunce es muy diferente de la que padece el que esto escribe, o de la que padecería cualquiera de los lectores.
En efecto, el autor suele llevarse por delante la comida del gato cuando se levanta medio dormido, lo que provoca el justo reclamo de su compañera (la del autor, no la del gato):

- Sos torpe como todos los hombres.
- Eso, porque soy vulgar y no me apellido García Belsunce- respondo, mientras levanto con el escobillón los pellets made in China con olor a pescado.

La de los vecinos ricos y famosos del country Carmel es una torpeza culta, privilegiada y exótica que envidiamos con nuestra peor envidia, porque, en efecto, la víctima no se resbaló descalza en el baño, como suele suceder con los torpes vulgares, sino calzada con zapatillas deportivas provistas de suela antideslizante y probablemente de primera marca.
Y no solo eso.
Para pior, luego de golpear la cabeza contra la manija de la canilla, se incorporó y volvió a resbalarse otras cuatro veces, con un impulso mayor en cada resbalón, pero con una precisión tal que los cinco golpes se produjeron en el mismo lugar del cráneo.
Y la torpeza única y culta no termina allí: en las personas comunes, una tal caída suele tener como resultado la aparición de un chichón que se cura con hielo u otros remedios caseros.
Cuando se caen los pitucos, por el contrario, el golpe del cráneo contra la canilla (en el supuesto de que ese artefacto posea salientes) provoca pérdida de masa encefálica, lo que probaría que la gente con apellido de prosapia (esa que participó en el ministerio de Economía con don José Alfredo Martínez de Hoz) tiene huesos un poco demasiado débiles o padece falta congénita de calcio.
Otra de las comprobaciones sobre el crimen es que los García Belsunce padecían una generalizada obsesión por la limpieza y el lavado, incluso de dinero, incluso del dinero de los hermanos Rohm (Banco General de Negocios). Y no sería nada raro que Missing Children (por qué no "Chicos Perdidos", eh?) funcione dentro de este circuito de obsesión por el blanqueo. La ropa puede ser blanqueada con lavandina, las paredes con cal y el dinero se blanquea preferentemente mediante fundaciones. Y si no, vean qué es eso de la Fundación Pensar (Pensar en Socma).

Para mejor entender, pego aquí abajo la nota que el amigo Teodoro Boot escribió sobre el tema en diciembre de 2002, cuando el aburrimiento del verano no da para otra cosa:

Un pituco encontró un pituto

                                
Teodoro Boot



El culebrón en el que una ambiciosa enfermera devenida en zarina de los mass media birla la herencia a la princesa y se apropia de un diario y de dos huerfanitos, presuntamente hijos de desaparecidos, con la complicidad de políticos bribones y militares ávidos de dinero y poder, dejó paso a otra telenovela, no menos impactante: una aristocrática mujer es asesinada en un club de campo privado y sus familiares se confabulan para borrar las huellas del crimen y hacerlo pasar por accidente.


Es lógico: en la primera no hay escenas de lesbianismo. Y el hermano de la oligarca asesinada es periodista, pero no tiene un diario, radios y un par de canales de televisión.


Además, esta historia posee todo lo necesario para atrapar a la audiencia, desde las relaciones non sanctas, las obras de caridad, la complicidad con el poder, la prosapia de sus protagonistas y el cretinismo que las clases bajas suelen atribuir a los aristócratas, de la que Horacio García Belsunce —el hermano-periodista— hace alarde hasta convertirlo en jactancia. Cualquiera que haya tenido el suficiente nivel de obnubilación alcohólica, sentido del humor o curiosidad entomológica como para detenerse en su programa emitido por el canal de cable P&E, pudo comprobar que su composición de cajetilla indignado es graciosísima, aunque tal vez muy pocos advirtieron que era en serio.


Era en serio.


Según su relato, enviado al diario La Nación, los tres de los cinco agujeros detectados por los médicos en el cráneo de su hermana María Marta coincidían con los tres grifos de la ducha, de lo que algún distraído podría deducir que o bien los aristócratas tienen la cabeza muy grande o las manos muy chiquitas.


No satisfecho con esto, en la misma carta aunque a tres párrafos de distancia, el buen Horacio declara que su hermana yacía entre el cuarto de baño y el pasillo. Y vestida, detalle de savour faire que confundirá todavía más a la pobre doña Rosa, ya embrutecida por las monsergas psicóticas de Bernardo Neustadt, que de ahora en adelante tomará su ducha vestida, tal como parecen hacerlo las aristócratas.


Desde luego, el relato de Horacio no tiene ni pie ni cabeza, comenzando por su demora de dos horas en llegar al country, transcurridas en espera de que su esposa regresara con el auto y se diera una ducha (a juzgar por la costumbre familiar, no debió demorarla gran cosa), cuando le hubiera bastado con llamar a un remise o salir a la calle e, imitando a su amigo Juan Martín, levantar el brazo derecho, aunque sin decir "heil" sino "taxi", y terminando con la historia del "pituto" que encontró debajo del cuerpo de María Marta.


En la jerga de las clases altas, por "pituto" se conoce a los soportes de los estantes, por lo general de bronce, cuyo extremo cilíndrico se introduce en unos agujeritos a tal efecto dispuestos por los carpinteros. Al verlo debajo del cadáver y puesto que antes de convertirse en tal, María Marta se estaba bañando, a los familiares no les cupo la menor duda: era un "pituto". Lo que nos hace entrever otra inquietante revelación: los aristócratas se duchan en el closet.


Esto, por supuesto, no les impide resbalar y golpearse la nuca contra los grifos de la bañera, para finalmente desplomarse varios metros más allá. Y vestidos.


Los aristócratas parecen tener conductas excéntricas. Si encuentran un "pituto" caído en desgracia, vale decir, fuera del closet, lo toman con un aséptico pañuelito de papel y lo arrojan al inodoro, como si fuera un pobre.


Se trata, en suma, de dos historias extraordinarias. La una, la saga de la enfermera ambiciosa, ilustra —o ilustraría si alguien se detuviera a relatarla adecuadamente— sobre el modo en que se construye el poder político y económico en nuestro país.


La otra, que comenzó como policial negro y termina como comedia bufa, nos muestra en forma desnuda y brutal la verdadera catadura de las clases dirigentes que nos gobernaron durante más de un siglo.


Con eso sobra para entenderlo todo.

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