sábado, 29 de septiembre de 2012

EL NIVEL DE EXCELENCIA ACADÉMICA EN HARVARD

Unos cuantos lectores criticaron con dureza mi opinión acerca de Domingo Felipe Cavallo, alumno dilecto de Harvard y con un inglés impecable. Incluso, uno llegó a decirme que Menem había alabado las dotes lingüísticas del ministro (fue cuando el primer mandatario mencionó una extensa bibliografía firmada por Sócrates). 
El inglés de Cavallo (lo pueden escuchar más abajo) recuerda la fina pronunciación de Virginia Wolf, o acaso del ilustre sir Walter Scott, aunque algunos malintencionados lo asocian más con las articulaciones típicamente galesas del Rafa DiZeo. 
Este discurso del ex-ministro demuestra que las autoridades de Harvard tienen otras preocupaciones a la hora de definir qué significa la excelencia académica. 
Como se sabe, en una época donde los ránkings son esenciales para vivir, esa universidad está en los primer lugares académicos en los rubros “recetas neoliberales”, “intervención armada justificada en la existencia de armas de destrucción masiva”, “vamos por todo (el petróleo, los recursos mineros y el agua potable)”, “cómo incorporarse al Eje del Mal” y otros no menos estratégicos para la supervivencia del mundo libre.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Clarín, Marta Harnecker y el espontaneísmo de las masas

Como señala Marta Harnecker en un texto básico, el espontaneísmo y el voluntarismo son típicas desviaciones de la teoría marxista de la historia, y por lo tanto pasibles de caer en la condición de herejías (Atención: herejía viene del griego hairesis, que significa “elección propia”). Sin embargo, otros autores (como Rosa Luxemburgo) lo defendían como marxismo en estado puro. En fin. Podemos concluir, entonces, que el Grupo Clarín es la vanguardia del espontaneísmo de los sectores medios.
Es cierto que se trata de un espontaneísmo tutelado por el facebook y el tweeter, pero bueno, es lo que hay.
 No sabemos que habría pasado durante la dictadura: ¿si Clarín lo hubiera practicado en aquel entonces, iba a ser señalado como infiltrado marxista?

Entretanto, minuto a minuto se van conociendo detalles del show instalado en Harvard. Desde allá nos vienen aires de libertad Ya se sabe que los estudiantes de Harvard agitaban tarjetas rojas ante Cristina. Debe haber sido una venganza de la señora Lagarde, titular del FMI, cuyo vaticinio se ha cumplido, hay que decirlo.
Ya se sabe que el estudiante cocorito que hizo alguna pregunta impertinente había sido asesor principal del ministro Bullrich, reconociendo además que su beca era financiada por “algunos amigos”. Ojo: asiste a una escuela de gobierno, es decir, ésto es lo que le espera a la ciudad de Buenos Aires en los próximos años.
Ya se sabe que el método de selección de las preguntas no fue democrático. Y que el grupo de espontáneos que manifestaron ante el edificio de la ONU (o el hotel donde se alojaba Cristina, no importa dónde) era tan espontáneo como el espontáneo cacerolazo de los últimos días.

Lo que habría que investigar es si los fondos para tales despliegues extraterritoriales no fueron financiados por las empresas GS Unidos, Tinicum GC Investors, Farallon GC Investors, VLG Argentina LLC (dueña del 51% de Cablevisión), Vistone LLC, Grupo Clarín Services LLC (GCS), Raven Media Investements LLC y GCSA Investments LLC, todas ellas controladas por el Grupo Clarín y radicadas en el pequeño estado de Delaware, USA, cuyas autoridades lo definen como “The Land of Free-Tax Shopping”.
 Algunos malintencionados afirman que sus empleados participaron en el escrache a la Presidenta. No hay que extrañarse: hace unos años tuvimos marchas de empleados de AFJP, y más cerca en el tiempo, de asalariados del Banco Ciudad y de Cablevisión, quienes cantaban a coro: Sonríe, Ernestina te ama. Agrego, como ilustración de los vientos que soplan desde Harvard, una marcha que me sigue provocando escalofríos.

EL PRESIDENTE DEL ROTARY DE LA MATANZA, OFENDIDÍSIMO CON CRISTINA

El presidente del Rotary Club de La Matanza, licenciado Ari Paluchi, informó a la prensa que está muy ofendido por los dichos de Cristina Fernández de Kirchner. “Nos ha ofendido a todos los matanceros” dijo, ofendidísimo, y agregó: "es cierto que aquí hay algunos impresentables como Luis D'Elía, pero en general todos somos gente decente y trabajadora". 

Estas declaraciones se conocieron después que un periodista independiente descubriera a Mariano Obarrio, cronista estrella del diario de La Mitre, alentando el espontaneísmo de las masas reunidas para rechazar la presencia de la Presidenta Cristina Fernández en la Asamblea General de la ONU. Por lo sabroso de la entrevista, es justo, independiente y ecuánime que la incorpore a esta serie de rechazos y por lo tanto refrito la información.

Harvard, palabra mayor en escelencia académica, flor de relos... En esa alta casa de estudios fundada en 1636, donde se han doctorado un presidente norteamericano (Teddy, el de la política del garrote) y un ministro de economía argentino (Domingo Cavallo, el de la convertibilidad y el inglés impecable), la Presidenta argentina “retó” a los alumnos con la siguiente frase (no textual): - Chicos, compórtense como alumnos de Harvard, esto no es La Matanza-
 Fue luego de que la divertida troupe estudiantil improvisara un abucheo contra Cristina porque ella no había respondido lo que ellos esperaban. Ya se sabe, el pensamiento único es único. Y la Presidenta cuestionó varios de los conceptos básicos que se repiten en Harvard como en una distinguida jaula de periquitos. Por otra parte, los alumnos de esa universidad jamás pasarían por La Matanza, habrase visto.
Los alumnos de Harvard se preparan para dirigir el mundo en los modelos del neoliberalismo y el imperio. Si pudiera definirse en pocas palabras su paradigma académico, uno diría que son tilingos con plata, y muy peligrosos.
De todos modos, no se sabe con certeza si los encuentros de la Presidenta con alumnos de Georgetown y Harvard fueron preparados por los asesores de imagen de la Casa Rosada o por Durán Barba.
Desde que se produjeron las declaraciones de la presidenta, son el tema excluyente de TN. Sus calificados opinólogos actúan como Jack The Ripper ante frases como “cepo cambiario”, “libertad de prensa” y otras. El inerte público del Grupo Clarín se levanta y se acuesta con ellas, como una dulce canción de cuna con rumbo de colisión. Es lógico: se acercan las vacaciones y para viajar a Brasil o siquiera a Colonia, la sufrida clase media argentina deberá comprar sus dólares a $ 6.50, un precio considerado confiscatorio de los habituales privilegios. Y no solo ellas: miles de padres deberán abonar antes de diciembre los $50.000 que cuesta la educación de sus hijos en Harvard. ¿Podrán hacerlo al precio oficial o deberán recurrir a uno de los tantos dólares de colores subidos? Además, se acerca el 7 de diciembre, claro.
“Esto no puede seguir así”, nos aseguró Ari Paluchi, segundo ofendido de ese partido del Gran Buenos Aires luego del rector de la universidad de La Matanza. Ay, Paluchi; Ay, Paluchi...
Ay, Obarrio; ay, Obarrio...
 

miércoles, 26 de septiembre de 2012

AHORA DICEN QUE EL ASESINATO DE RUCCI ES DELITO DE LESA HUMANIDAD

Los crímenes de lesa humanidad son aquellos cometidos por el poder represivo del Estado. José Ignacio Rucci fue ejecutado el 25 de setiembre de 1973 por un grupo de Montoneros. 
Éstos habían sido desalojados de algunos puestos que ocupaban en el gobierno tras la caída de Héctor H. Cámpora, que pudo mantenerse 45 días en la presidencia. Montoneros había pasado a la clandestinidad, y por lo tanto de ninguna manera podría argumentarse que sectores amparados por el Estado (en ese momento Perón había ganado las elecciones y Raúl Lastiri actuaba como presidente provisional) tuvieron responsabilidad en el asesinato del secretario de la CGT. 
Nadie puede creer que el gobierno de Lastiri albergara Montoneros, o que del Estado de aquel entonces hayan partido las balas que acabaron con Rucci.
Por demás, hago esta aclaración corrigiendo el original gracias a las observaciones de mi lectora más atenta. En cuanto al uso de un término como "derecha", no lo hago con la suficiente precisión. Podría creerse que si pienso en una derecha doy por hecho que hay izquierdas. No se, en verdad, que es hoy la izquierda, y apenas sé cuál fue el papel de la izquierda en la Argentina. Sí me consta que en distintas oportunidades de la historia nacional, la llamada izquierda tuvo políticas decididamente de derecha y antinacionales.
Antinacionales y gorilas, que son la misma cosa. Ese es el drama de Argentina.




A propósito de ello, leemos en Pájaro Rojo:


...los hijos del asesinado secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci, aceptaron oficiar de arietes de La Corneta (Salinas se refiere a Clarín) reclamando un absurdo: que el Gobierno y/o la Corte cambien la sentencia de la Cámara que señala que la muerte de su padre de ninguna manera es producto del Terrorismo de Estado, y que por eso mismo, la persecucion penal de sus autores (que por otra parte, hasta donde sé, están muertos) prescribió. Porque a su padre lo mataron (en el colmo de la imbecilidad o de ser influidos por una mano negra) los Montoneros, cosa que ellos sabían perfectamente cuando se presentaron a cobrar el resarcimiento previsto por la ley para las víctimas del Terrorismo de Estado dijeron que a su padre lo había matado la Triple A, no los montoneros.

El escrache e insultos telefónicos de que fue víctima el juez Oyarbide por el caso de la despachante de aduana Del Conto, lo obligó (¿si eso no es presión contra la justicia, qué es?) a excusarse de intervenir en la denuncia contra Guillermo Moreno, fue interpretado por los comentaristas de Clarín-TN como un caso saludable de democracia recuperada.
Esto es un síntoma más de lo que muchos critican (yo también) respecto de algunos politólogos kirchneristas (por ejemplo, José Natanson de Página 12) respecto de que existe en la Argentina una derecha democrática, amansada.
No es cierto.
Esta derecha es salvaje y sigue ejerciendo la barbarie en nombre de la civilización, y la ejercerá sin límites y como siempre, desconociendo la ley. La lógica del escrache contra Oyarbide lleva a pensar que ellos quieren elegir al juez que juzgue a Moreno, así como es muy probable que ya estén organizando escraches contra funcionarios o jueces que se opongan a la impunidad legal que busca Clarín para que no se cumpla el artículo 161.
¿Cómo la van a cumplir si ni siquiera cumplen con la grilla determinada por el Afsca?

Que los hijos de Rucci devuelvan la plata del Estado, que somos todos. El fallo del juez Ariel Lijo es impecable.

martes, 25 de septiembre de 2012

Sandra González, la víctima radical de los malos modales de Moreno




El "escándalo" artificial fabricado por el Grupo Clarín -con el protagónico de la titular de Adecua por un lado, y el Secretario de Comercio por otro- me hizo recordar una audiencia pública realizada poco antes de que el Estado Nacional diera por finalizada la concesión del grupo Suez para el servicio de agua potable y cloacas que hasta los '90 había estado a cargo de Obras Sanitarias de la Nación.
Se advirtió en aquel entonces que algunas de las organizaciones de consumidores o usuarios defendían las posturas de la empresa francesa, la que atribuía todos sus incumplimientos al Estado, amenazaba con dejar sin agua al área metropolitana y se victimizaba ante el Banco Mundial.
También puede asociarse con ciertas posturas, opiniones y movilizaciones que se realizan actualmente por el estado de los ferrocarriles del Gran Buenos Aires. A veces, uno no sabe si el que está hablando es un sufrido usuario del Sarmiento, un sindicalista de izquierda o un empleado de Taselli.
El sistema ferroviario se construyó a lo largo de casi un siglo pero se lo destruyó rápidamente en unos pocos años, los que van entre 1976 y 1995. Tres fueron los responsables excluyentes de esa pérdida: Martínez de Hoz, Alfonsín y Menem.
La lógica del "consumidor soberano" es tan precaria que tanto incluye al tipo que recorre un shopping con ánimo de reventar la tarjeta como al dueño del negocio que espera detrás del mostrador. Todos somos consumidores: unos por el lado de la demanda, otros por el lado de la oferta.
Para sincerar la cuestión, el mercado de las asociaciones de consumidores en Argentina es así: tenemos una ong por cada uno de los sectores en que se divide el radicalismo, una ong kirchnerista, una ong del peronismo duhaldista, una ong propiedad de Carrefour, otra del socialismo democrático, otra de Coto; otra de propiedad de la asociación de supermercados coreanos; una por cada uno de los servicios públicos privatizados.... y así hasta llegar a unas 40 "desinteresadas" organizaciones libres de la sociedad civil.
Es el sueño de Milton Friedman hecho realidad.

domingo, 23 de septiembre de 2012

CLARIN: "EL 7 DE DICIEMBRE NO TIENE QUE SUCEDER NADA"



La Ley de Medios, que fue sancionada con una clara mayoría legislativa, es un ejemplo de regulación estatal pública sobre una actividad privada concentrada que además de poder económico, tiene una singular capacidad para modelar el sentido común en función de intereses privados.
El próximo 7 de diciembre vence el plazo otorgado por la Corte Suprema para resolver sobre el artículo 161 de la Ley para acabar con la posición dominante de mercado, siendo el Grupo Clarín el que se reserva esa posición.
Como respuesta a la campaña oficial para aclarar este punto, Clarín emitió un video titulado "El 7 de diciembre no debe suceder nada", acaso para tranquilizar a la escuálida oposición que depende de sus espacios para subsistir.
El relato audiovisual de Clarín sostiene que ese hecho, que "no tiene que suceder nada" (aunque claro, si la justicia no es independiente, igual podría suceder) no es una opinión ni una interpretación.
¡Ay, las interpretaciones!
A continuación, se ampara en distintos constitucionalistas que también opinan o interpretan con Clarín, que no tiene que suceder nada. Incluso aunque se confirmen las versiones sobre la venta del Canal 13 a Tinelli.

Además del inefable Sabsay, se recoge la no-opinión y la no-interpretación de Gregorio Badeni, quien afirmó: “es errónea la afirmación del Gobierno, diciendo que ese día va a concluir un estado de cosas. Es una información falsa, a menos que no se respete la decisión de la Corte. La ley es clara, el licenciatario tiene el plazo de un año para desinvertir”.

Veamos quién es Badeni.

Tras la muerte de David Graiver, el 27 de diciembre de 1976, Lidia Papaleo vendió a Marcelo y Juan Claudio Chavanne el Banco de Hurlingham mediante una operación similar a la de Papel Prensa: 10% al contado y el resto, unos 5 millones de dólares, en bonos. 
El Grupo Chavanne, a quienes luego se aplicaría el artículo 6° de la Ley de Seguridad (subversión económica) se dedicaba a la compraventa de lotes. En agosto de 1978, los Chavanne venden a los dueños de Industrias Siderúrgicas Grassi parte de su participación en el Banco. 
Desde febrero de ese año, la Comisión Nacional de Valores perseguía a esa empresa fabricante de ferroaleaciones con intención de desapoderarla. La compra del Banco le otorgaría cierta solvencia, según los Grassi, porque la CNV (con la supervisión de Juan Alemann) le impedía recibir fondos del mercado bursátil. 
Entretanto, el Banco de Hurlingham es intervenido y todos sus directores van a parar a la cárcel. No a una cárcel común, ni con intervención de la justicia, sino al Penal de Campo de Mayo a las ordenes del comandante Rei, apropiador de Pedro Sandoval.
Todos ellos, desaparecidos, fueron torturados.
René Carlos Alberto Grassi fue privado de su libertad por efectivos del Ejército Argentino el 13 de setiembre de 1978. Juan Claudio Chavanne y su esposa Sara “Sharon” Duggan fueron detenidos el 14 de setiembre de 1978 por una fuerza de tareas dirigida por el “Mayor” Guastavino, Raúl Guglielminetti.
El 23 de setiembre de 1978, Luis Arnoldo Grassi fue privado de su libertad por efectivos del Ejército Argentino en el Comando del Segundo Cuerpo de Ejército, con asiento en la ciudad de Rosario.
El 17 de octubre de 1978 fue detenido Marcelo Augusto Chavanne, y ese mismo día un grupo armado al mando de los teniente coroneles Gatica y D’Alessandri detuvo a Jorge Tejerina, todos ellos en Buenos Aires. 
Un mes antes, el 13 de setiembre 78, el coronel Roberto Roualdes –jefe de Comando Subzona Capital Federal- había iniciado una “prevención militar por presuntas violaciones a la ley 20840” que, por instrucciones del jefe del Primer Cuerpo, general Suárez Mason, incluyen “la detención e interrogación de personas involucradas y testigos necesarios, secuestrar documentación y realizar toda otra diligencia que estime necesaria…”, todo esto en la Prisión Militar de Campo de Mayo. No especifica la prevención quiénes son los detenidos. Ni hay constancia de secuestro de documentación.
Las tormentos (que incluyeron un intento de violación contra Sara Duggan) eran atendidas en el Hospital Militar de Campo de Mayo pero las constancias médicas existentes señalan: pié de atleta, estado gripal leve, erupción alérgica.
Los detenidos eran torturados en presencia del titular de la Comisión Nacional de Valores Juan Carlos Echebarne, de varios abogados de esa repartición y del juez Rafael Sarmiento.
Entretanto, la intervención del Banco de Hurlingham seguía otorgando préstamos sin aval alguno hasta que el vicepresidente del BCRA, Christiam Zimermann, decide su liquidación.
El representante del Ministerio de Justicia (brigadier Gómez) en la intervención del Banco de Hurlingham era el doctor Gregorio Badeni, como consta en la causa judicial a cargo del doctor Rafecas. Badeni no podía desconocer que las decisiones tomadas por la intervención eran parte de los interrogatorios escritos y verbales que debían contestar los prisioneros y que los interventores militares del Banco (primero el general Cassino, luego el general Zoloaga) utilizaban como parte de su actividad.
Badeni, el constitucionalista.

MARIPOSAS EN IGUAZÚ, ARGENTINA

Abundan las amarillas. Por la época para un lugareño, quien también nos tranquilizó: al día siguiente otro será el color dominante de manera que la temporada sea un arcoiris. Nadie sabe dónde van las mariposas cuando mueren, ni cuando llueve, ni por qué se despliegan tan ordenadamente según variedad y color, posando para el turismo.
Mirando con atención se descubre que ya había una avanzada de otros colores.
De lo que sí se puede dar fe es que en Misiones hay algunos tipos bien alimentados que vociferan contra "la yegua", aunque esas voces mariconas sean pura manifestación de impotencia.
Fuera de los desinfectados circuitos turísticos, una mayoría silenciosa sabe.    










LA YEGUA

En una nota aparecida en “La Opinión” del 27 de mayo de 1973 con la firma de Carlos Tarsitano sobre la presentación de “Eva Perón en la hoguera” de Leónidas Lamborghini, se lee: “María Eva Duarte se convierte en Eva Perón cuando logra poner nombre a sus victimarios: la oligarquía”. 
Lo menciono a propósito de la tapa de Noticias que tanta interpretaciones provocó. No es preciso describirla nuevamente: todos sabemos de qué se trata.
Es cierto lo que dice Feinmann más abajo: para el diccionario de la RAE, “yegua” se aplica a una mujer exuberante, atractiva y provocativa. Estuve a metros de Cristina (por primera vez) en un reciente homenaje a Envar El Kadre en el Centro Islámico: la ví atractiva en su figura y provocativa en su discurso. Pero no me pareció exuberante, la que etimológicamente proyecta, muestra sus frutos, su fertilidad (de ex: afuera, y uber/uberis: teta, mama, pecho) sino, quizás como resultado de una intensa subjetividad, la del momento, como una mujer frágil y también tensa como un arco pero también entregada a su rol en la historia.
Dicen algunos que, desde la muerte de Perón, hay tantos peronismo como peronistas.
Para mí, el peronismo es una condición ineludible de la argentinidad. No se puede ser argentino y antiperonista. Y como consecuencia de ello: no la toquen a esa mujer, que es lo que Feinmann escribe más abajo. No soy su seguidor pero me parece que en lo esencial comparto la contratapa que hoy escribe en Página 12.
Que no se atrevan.
Tenemos suficientes años como para haber padecido a muchos peronistas que se convirtieron en oligarcas. Los menem que florecieron en todas las épocas, el enriquecimiento ilícito, la reducción amancebada de una hija adolescente, la traición desembozada o encubierta a los representados, las vilezas cometidas por pequeños personajes, el pensamiento colonizado en definitiva que bien describió Fanon.


Una vez muerta Eva Perón, el gobierno justicialista emprende los preparativos de su velatorio. Esa muerte había sido señalada en el devenir de la historia nacional con una precisión raramente vista. Tuvo lugar a las 20 y 25 del 26 de julio de 1952. Durante los años que aún le restaron, el gobierno de Perón instauró en ese hito temporal un noticiero que informara al país de sus avatares. El locutor decía: “El noticiero de las 20 y 25, hora en que Eva Perón entró en la inmortalidad”. Los restos de Eva son trasladados al Congreso Nacional y ahí quedan a la espera de la veneración popular, del amor sin límites de los que ella, cariñosamente, llamó sus grasitas. Sólo ella podía llamarlos así. Se forman largas colas para pasar junto a su figura blanca, embalsamada, mirarle la cara breve y dolorosamente –los que en serio la lloraban, que eran la mayoría– y seguir, dar paso a otro, y a otro y a todos los demás, que ya eran multitud. Al anochecer, el tiempo se pone lluvioso, húmedas las calles y barrosas. “Hasta el cielo se ha puesto a llorar”, dice un tango de Troilo. Bueno, algo así. Las luces son escasas. La cola avanza muy lentamente. Es, imposible dudarlo, una ceremonia fúnebre, un adiós que no se quería, un adiós que –casi como todos, aunque tal vez más– es un hueco que nada podrá llenar. Ella era irremplazable.
En este cuadro de dolor popular (que Borges, en su cuento El simulacro, definirá, con clara precisión y desdén de clase, como “el crédulo amor de los arrabales”, frase que marca a fuego, una vez más, la visión de los civilizados sobre el amor de las almas sencillas, intocadas por la cultura, manipulables, el alma del pueblo bárbaro, siempre materia mansa en manos de los demagogos) surge el personaje central del cuento de Viñas, La Señora muerta. Se llama Moure, y no ha ido al sepelio para ver a la “señora muerta”, ni para besar el féretro ni para aguantarse esa llovizna de julio, fría como la muerte que da marco a todo, pero impiadosa con los huesos, penetrándolos hasta el sufrimiento; tanto, como si nunca fuera a irse de ahí. Moure sí, Moure quiere irse de ese lugar macabro. Pero no quiere irse solo. Tuvo una idea ingeniosa, la perfecta idea de un piola de Buenos Aires, ya que no otra cosa es él, Moure, que fue a la cola de los “crédulos de los arrabales” para hacerse un levante, levantarse una de las tantas minas que estarían hartas ya de esperar su turno y bien podrían volver otro día, mañana por ejemplo, o pasado mañana o la semana siguiente, si nadie sabe cuánto va a durar eso. Mientras el público siga llegando, mientras la cola no disminuya, llueva o no llueva, la cosa va a seguir. Se acerca a una mujer y le da conversación. Al poco tiempo pregunta la pregunta cuya respuesta lo puede meter esa noche helada con una mujer en una cama, ardoroso y hasta desbocado. Le pregunta si no está cansada. Ella lo mira, tiene una cara serena, adolorida, pero ya resignada a ese dolor y tal vez a todos los que vengan de aquí en más. Ella no sabe qué decir. Probablemente no se autorice el cansancio, lo sienta indigno, una traición a la muerta, que se murió por no cansarse nunca, por trabajar hasta el último aliento por los pobres. ¿Así le va a pagar? ¿Con el cansancio mezquino de no tolerar una cola que lleva hasta su cara blanca, que ella quiere ver, y quiere que también ella la vea, porque ella, ahora que es inmortal, puede verlo todo, más que cuando vivía, más que cuando no era como es ahora, como Dios, inmortal? Moure se impacienta. “¿Quiere irse?” “Cuando me sienta bien cansada.” “Pero mire que tenemos para rato.” “¿Lo dice en serio?” “Yo siempre hablo en serio.” “¿Y cuánto dice que falta?”
Moure le acerca el dato: “Unas tres horas”. Antes les ha echado una mirada a los de adelante y vio que eran muchos, demasiados, todos amontonados, indescifrables, turbios en medio de esa oscuridad mojada. Para ella, tres horas son muchas. Aunque, agrega, a la gente le gusta esperar. “Esperar algo, cualquier cosa...”
Algunos soldados, con caras de sueño, reparten sopa, un líquido que echa humo y promete calor. Ella no quiere sopa. De chica se la hacían tragar. “Era un asco.” Moure se siente más firme, la victoria es suya. La cosa viene por el lado del hambre. De pronto, ella lo sorprende con una pregunta que no esperaba, brava la pregunta, difícil: “¿A usted le gustaba?” “¿Quién?” “La Señora. ¿Quién va a ser si no?”
La mujer desconoce que a Moure la Señora le importa poco, que no está ahí por la Señora. Que ahora está ahí por ella, y la mira fijo, y le calcula apenas veinticinco años. “Si me la pierdo soy un... era joven”, dice.
Decide avanzar. No aguanta más. Tiene que resolver ese asunto enseguida. Se le ocurre hablarle del sueño. Si lo tiene, él la puede llevar a dormir. “¿Tiene sueño?” “Hambre tengo.” “¿Quiere...?” “Sí.”
Ya está. La saca de la fila. Buscan un taxi. Ella dice que la lleve a algún lugar cercano. Parece que su cansancio suma tanto como sus ganas de comerse algo, de calentarse el estómago. Moure le dice al taxista a dónde quiere ir y también que no conoce mucho la zona, que él lo guíe. El taxista cumple con su tarea. Llegan al primer lugar. En esa época a los hoteles transitorios les decían “muebles”. (Aunque Viñas evita decirlo en su relato. Buscan un “lugar”.) El lugar está cerrado. “A otro”, ordena Moure. Pero la deriva fracasa una y otra vez. Nada está abierto. La mujer empieza a reírse. Le divierte ese largo paseo en busca de nada. De puertas de chapa con candados enormes. Y esos carteles desteñidos que apenas pueden leerse, aunque todos dicen: Cerrado. “¿Los llevo a otro?”, dice el taxista. “Sí –dice Moure–, pronto. Pero pronto, por favor.”
“Y toparon con otro portón, una gran tabla pintada de gris cerrada con un candado, y la risa de esa mujer aumentó mientras Moure pensaba que lo que a ella le correspondía era quedarse en silencio, tomarlo de la mano y tranquilizarlo (...), pero las mujeres se ponen nerviosas y no sirven para nada y por eso son mujeres.”
“¿Todo está cerrado?”, grita, casi, Moure.
El chofer dice que sí y hasta parece asombrado por la ignorancia de su pasajero: ese hombre no sabe nada de nada, nada de lo que sucede en ese día y hace que suceda esto: que todos los hoteles estén cerrados. Sugiere: “En la provincia”. “¿Seguro?” “No, seguro no.”
Y le explica. Cautelosamente le explica. Como si reflexionara. Buscando darle algo de paz, de serenidad: “Hay que aguantarse. Es por la Señora”. “¿Por la muerte de...?” necesitó Moure que le precisaran. “Sí. Sí.” Locamente estalla: “¡Es demasiado por la yegua ésa!”.
Entonces, bruscamente, esa mujer dejó de reírse y empezó a decir que no, con un gesto arisco, no, no, y a buscar la manija de la puerta.
–Ah, no... Eso sí que no –murmuraba hasta que encontró la manija y abrió la puerta–. Eso sí que no se lo permito... –y se bajó.
Se trata de un gran cuento de David Viñas, antiperonista de toda la vida, pero un hombre que siempre tuvo su corazón del lado de los humildes. No es por otro motivo que su narración cala hondo en la conciencia autónoma, lúcida, de esa mujer sencilla. Que dice no, eso sí que no. Que pone un límite. Que afirma su opción libre, su amor no manipulado, no “bárbaro”, por la señora muerta que ese día no pudo ver. Viñas jamás habría escrito una blasfemia como la de Borges. Si algo revela la elección de la mujer ante Moure, decirle no, decirle “eso sí que no se lo permito” es su amor auténtico por la Señora. Su amor, que tal vez sea “el amor de los arrabales”, no es “crédulo”. Este adjetivo lo usa la derecha rancia y despectiva de este país para denigrar las opciones de los humildes. Su amor es tan crédulo que los tiranos lo atrapan con facilidad y lo instrumentan para sus proyectos propios, siempre opuestos a los transparentes valores de la república, de la cultura. Queda planteada una difícil pregunta para las clases poseedoras, los “dueños de la tierra”, como los llamó Viñas en una de sus primeras novelas: ya que ese amor, el de los arrabales, es tan crédulo, tan fácil de manipular, ¿por qué tanto les cuesta apropiárselo? ¿Por qué se lo apropian los tiranos y no los hombres de luces, de cánones y latines, los hombres “de bien”?
Tampoco Moure evita dejar caer sobre Eva Perón el adjetivo con que más se la señalaba en las reuniones oligárquicas o en los casinos de oficiales: yegua. El Diccionario de Salamanca ubica al adjetivo yegua dentro del lenguaje masculino. Significa vulgar. Pero también: “Mujer llamativa o que tiene muy buena figura”. Nadie ignora que una “mujer pública” como era Eva Perón y también una “mujer llamativa” o con muy “buena figura” configura en el imaginario soez de las clases altas la abominada figura de la hetaira. Ajena a la mujer de la burguesía, que pertenece ante todo a su familia, a su hogar, a la crianza de sus hijos. Sin embargo, los seres marginados por la cultura y la jactancia de clase de los dominadores saben dónde poner sus amores. No son crédulos de los arrabales sobre los que las clases altas deban imponer su linaje y conducirlos. Son seres libres, libremente han elegido sus opciones y libremente las defenderán. Si alguien les dice “yeguas” a las mujeres por las que han decidido ser representados, dirán con simpleza, pero para siempre: –Eso sí que no se lo permito.

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