martes, 19 de enero de 2016

EL MISTERIOSO NUEVO BILLETE DE 200 PESOS

El que diseñó -y quien aprobó la futura circulación del nuevo billete de 200 pesos- sólo vió una ballena austral en las playas de Miami, en Punta del Este, en las pistas de sky de Aspen, en Oslo o en el futuro puerto de Santiago del Estero.
Tal como se la ve, esta clase de ballena (que solo aparece en las costas patagónicas) está invertida, boca arriba y probablemente muerta. El gran peso del cetáceo, al estar dado vuelta, aplasta los pulmones.
Y nadie sabe muy bien que es ese arbusto rojo a un costado.


2 comentarios:

lilian dijo...

ES TAN GROSERO (TODO EN REALIDAD) QUE HE PENSADO CONSPIRATIVAMENTE, NO SERA ALGUN MENSAJE SUBLIMINAL???? ES DEMASIADO OBVIO ... (Y LO DEL "ARBOL-CORAL"NO LO HABIA NOTADO...

Marcelo, el gaucho dijo...

Esa imagen me parecía conocida, y la encontré en Wikipedia. Es una ballena saliendo verticalmente del agua. Para adaptarla al billete, ha sido girada, y ahora queda horizontal.

Horizontal, con la panza del animal para arriba y el espiráculo (el agujero por el que respira este bicho) para abajo; para que no se vea, la imagen está borrosa en ese lugar, justo debajo del ojo. Que, por supuesto, quedó por debajo de la boca, en la mandíbula.

Más allá de lo brutos que son, el asunto es la docencia que se ejerce desde los billetes: la idea es que allí no esté nuestra historia, que no haya siquiera una persona. Es que para esta gente, un país no es una comunidad de personas, ni mucho menos una comunidad de comunidades. Para ellos, un país es un espacio, un lugar donde es indiferente que haya gente o no; donde las personas son una variable más. Un país es un lugar donde vivir mientras tengan ganas, donde hacer negocios, donde ser dueños de algo.

Hay algunos un poco más líricos, que lo identifican con un conjunto de instituciones, donde la gente existe en función de las mismas, y no al revés. Como decía el tipo ese hace dos mil años, donde la ley no es para el hombre, sino el hombre para la ley. Por supuesto, en defensa de esa institucionalidad se alían con (y terminan entregándoles el país a) gente a la cual las instituciones les importan un pito, porque para ellos el país está para hacerlos ganar guita; con la gente o sin ella, no les importa.

Por eso les molesta el término "nación", y no entienden la palabra "patria", porque esos términos identifican a un conjunto social. Para nosotros, un país es la gente con quienes compartir nuestro futuro, el pueblo con que contamos para salir adelante o enterrarnos juntos. Para ellos, en cambio, el término que identifica a la Argentina es "país", un término geográfico, nunca humano.

Entonces sí, la Argentina es el país del yaguareté, de la ballena franca, del mono ese, del tucán o del oso hormiguero. Hace un tiempo había pensado en proponer para los billetes a Gardel, Cafrune y el flaco Spinetta, los que yo considero más ilustres muertos de nuestros estilos musicales. Otros pensarán en Favaloro, Borges y Fangio, pero para el caso es lo mismo. La idea es que las personas, la gente es el material de que está hecha la Argentina. Retratarlos a ellos es retratar una parte de la Argentina de la que nos sentimos orgullosos.

Para los cerdos que tenemos de gobernantes, los billetes propuestos son para enseñar que la Argentina es un espacio vacío, apenas poblado de animales y de paisaje. Hasta el ecologismo juega para el mismo lado: es mucho más importante salvar la vida de estos bichos que de los humanos. Ningún yaguareté, ninguna ballena franca sobra; lo que sobra es la gente.

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